De excursión en el Parque Europa

Hoy nos hemos levantado tempranito y nos hemos llevado a la peque a pasar el día al Parque Europa, en Torrejón de Ardoz. Mi hija ya lo conocía, porque fue el año pasado de excursión con las colonias urbanas, y nosotros, aparte de por sus referencias, lo habíamos visto hace tiempo en el blog de Beatriz. Como hoy hacía bueno, hemos hecho unos bocatas y nos hemos lanzado a la aventura.
El parque es enorme, son 230.000 metros cuadrados en pleno Torrejón, un espacio verde importante. Además de las zonas verdes, está orientado al ocio familiar con zonas de recreo de tipo merendero, bancos y mesas, fuentes (de beber), jardines y paseos.
Mientras que el acceso al parque y el disfrute de las zonas verdes y de ocio comentadas es gratuito, hay una serie de actividades de ocio adicionales de pago, como tiro con arco, paseos en barca, salto en tirolina, paseos a caballo, camas elásticas, y otras muchas. Una muy amplia oferta. Cuentan además con alquiler de todo tipo de bicicletas para pasear; de montaña, tandem, familiares techadas, tipo karts…
Pero si hay algo que distintivo del Parque Europa son las réplicas de los monumentos europeos repartidos por el parque; 18 símbolos emblematicos de diversas cuidades: la Puerta de Brandemburgo, la Torre Eiffel, la Fontana de Trevi o el Manneken Pis son algunos de ellos. Aqui puedes ver la lista completa de los monumentos.
El parque es un enjorme circuito elíptico que rodea un estanque, así que hemos comenzado por unos de los extremos, y hemos ido paseando hasta llegar a la otra punta, viendo cada uno de los diferentes monumentos hasta llegar a la torre parisina diseñada por Gustave Eiffel.
Una vez en aquel extremo, y como el hambre ya apretaba, hemos hecho una pausa en las mesas del merendero para dar buena cuenta de nuestros bocadillos y recuperar el aliento un rato. Se trata de una explanada arbolada en cuyas sombras hay multiples mesas de madera similares a las de la Casa de Campo de Madrid, más unas máquinas expendedoras de agua y refrescos, y contenedores donde depositar los restos de los picnics. Muy agradable.
Con las fuerzas ya repuestas y saciado el apetito, demos continuado nuestro paseo por el sendero, volviendo de regreso por la elipse a un paso más tranquilo, mientras mi hija degustaba un Frigopie, que yo pensaba que hacía años que se había dejado de hacer, pero no.
Dando por finiquitado el helado, hemos hecho un alto en una de las atracciones del parque; la zona intantil “Pequeña Hípica”, en la que los enanos podían montar en algunos ponys y caballitos. Eso sí, a 5 eurazos las dos vueltas (tres minutos escasos).
Nuestra pequeña amazona se ha armado de valor, y una vez encasquetada (con el casco puesto), se ha subido en una pony llamado Princesa, y emulando a su primo Diego se ha lanzado al ruedo. Una fenómena.
Tras nuestra aventura equina, hemos continuado dando nuestra vuelta (enorme, uf) al parque, aprovechando para hacer algunas fotitos, que últimamente tenía la cámara un poco abandonada. Luego me he enterado que hay un concurso fotográfico, así que he mandado cuatro fotos a ver si hay suerte, aunque mi historial de concursos no es muy bueno…. en fin.
Hay también un par de parque infantiles con columpios, toboganes y demás parafernalia. Los fichamos, pero los dejamos para más tarde, porque queríamos ir al estanque a remar un pco en las barcas primero, así que ni cortos ni perezosos, nos dirigimos al embarcadero.
Hace ya muchos años que no montaba en las barcas de remos. La última vez fue en El Retiro (o quizá en la Casa Campo, no recuerdo), y yo debía ser adolescente. Sin embargo, y a pesar de mi falta de práctica, no hice un mal papel (a excepción de algunas maniobras escoradas involuntarias), y cual remero del Volga entonando el «Ai-da, da ai-da…» llevé a mis chicas por el estanque.
La zona multiaventura la dejamos para otro día (o año), porque nos daba un poco de respeto (que coño, mucho acojone). Yo soy demasiado viejo para esas cosas, y mi hija muy pequeña. Cuando crezca y sea una adolescente inconsciente que se tire por la tirolina si quiere.
Allí había algunos valientes saltando, brincando y tirándose por las cosas. Demasiada adrenalina para nosotros. Fuimos mejor a la Plaza de España a tomarnos un cafe con una Brownie que estaba de muerte, y dejamos la aventura para los valientes.

Nos faltaron algunas cosillas por hacer o ver, pero las posponemos para otra visita. a las cinco y media de la tarde estábamos ya reventaditos y queríamos meternos en el coche con nuestro aire acondicionado, y dirigirnos a todo trapo a casa, a tirarnos en un sillón o algo. El tiro con arco, los espectaculos de luz de las fuentes, las aves rapaces, los láseres y el laberinto cibernético tendrán que esperar a mejor ocasión.

En resumen, una mañana cansada pero divertida. Si tenéis ocasion ahora que viene el buen tiempo, llevad a los peques a darse una vuelta, que os lo van a agradecer.

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